¿Estás en el proceso de empezar cuidarte? ¡Enhorabuena! Estás empezando un camino que te va a beneficiar mucho. Los inicios suelen ser complicados, sólo te pido que no te desesperes si no es como creías, o si no ves ningún resultado. Lo bueno siempre tarda en llegar.
Aquí te daré algunos consejos que te ayudarán en este proceso.
1. Hazlo muy progresivo. ¿Has pasado de no entrenar a entrenar 5 días a la semana, de desayunar leche con cereales azucarados a la avena o de comer fritos a comer todo a la plancha? Error. Seguramente tengas muchas ganas de ver ciertos resultados o sentirte mejor, pero no debes acelerar el proceso, tienes que dejar que fluya, tienes que adaptarte física y mentalmente a todos los cambios que vas realizando. Recuerda que estás en un proceso para conseguir algo que vas a mantener toda la vida, no estás en una «operación bikini». Mi recomendación es que si por ejemplo ahora mismo desayunas cada día comida procesada, empieces a incluir un desayuno que sea más saludable, y cuando hayan pasado algunos días, hacer dos desayunos saludables, y muy progresivamente aumentar los días, hasta que desayunar comida saludable se haya normalizado. En cuanto al entrenamiento, empieza a entrenar uno o dos días a la semana durante unos pocos minutos, y al igual que con la comida, ves poco a poco aumentando esa dosis.
Vale, pero todo esto, ¿Por qué? Porque si empezamos con todo de golpe, nuestras expectativas serán altas, ya que pensaremos «estoy haciendo mucho, conseguiré mucho» pero tenemos que recordar que los buenos resultados no llegan en días o semanas, llegan en meses y años. Entonces al no ver resultados, o ver menos resultados de lo que esperábamos, nos desilusionaremos, perderemos la motivación y abandonaremos.
Ahora bien, si empezamos con acciones muy pequeñas, no esperaremos ningún resultado grande, ya que, sabemos que estamos haciendo muy poco. Pero estas pequeñas acciones, si las mantenemos en el tiempo y las aumentamos muy progresivamente, nos darán resultados que ni esperábamos, entonces es cuando nos sentiremos mejor con nosotros mismos y al ver los beneficios que nos han dado esas acciones, iremos a buscar más.
2. Aprende de tus errores y no te lamentes: ¿Has comido muy mal cuando no tocaba o no has cumplido con el entrenamiento que tenías programado? No te preocupes, ojalá todos nuestros problemas en esta vida fueran como estos. No te pasará absolutamente nada por saltarte una comida o un entrenamiento, simplemente cuando lo hagas, pregúntate por qué lo has hecho, analiza la situación, y valora si la próxima vez que sientas esas ganas de salirte de tu camino, te merece la pena. Piensa en los motivos por lo cuáles has empezado, y pregúntate si hacer esas acciones (no hacer lo que toca) te aportará más que lo que obtendrás haciendo lo correcto.
3. Celebra tus pequeños logros. ¿Has conseguido mantener un ritmo constante de dos entrenamientos semanales o has conseguido incorporar cada día fruta en tus desayunos cuando antes no lo hacías nunca? ¡Felicidades! Eso son grandes logros. Que ni se te pase por la cabeza algo cómo: «ya pero es que los demás ya hacen esto», o «ya pero esa persona entrena más que yo». Dan igual las otras personas, tú debes de centrarte en ti, lo importante y en lo único que debes fijarte es en si tú yo actual lo hace mejor que tu yo de hace medio año. Cuando vayas consiguiendo pequeños logros, celébralo, date caprichos, haz una cena con tu pareja o amigos y coméntales lo que has conseguido, regálate un masaje o simplemente haz algo que te guste y disfrutes.
4. Agradece y valora lo que tienes. La mayoría de nosotros no pensamos en lo que tenemos, más bien pensamos en lo que no tenemos, y tenemos que revertir eso. Agradece que tienes tu cuerpo para poder conseguir tus objetivos, agradece que puedes permitirte pagar la cuota de un gimnasio (en caso de que lo hagas) o dispones de cierto material para poder entrenar, tienes herramientas, tienes recursos, lo tienes todo para conseguir lo que quieres. Agradece haberte levantado hoy y tener otra oportunidad para acercarte a donde quieres. Cuando vemos la vida con optimismo y valoramos lo que tenemos, nuestros pensamientos y emociones cambian, por lo tanto, nuestras acciones también lo hacen.